martes, 22 de mayo de 2018

SERVIR


"Cuando se fueron de allí, pasaron por Galilea. Pero Jesús no quiso que nadie lo supiera, porque estaba enseñando a sus discípulos. Les decía:
–El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; pero tres días después resucitará. 
Ellos no entendían estas palabras, pero tenían miedo de hacerle preguntas. Llegaron a la ciudad de Cafarnaún. Estando ya en casa, Jesús les preguntó:
– ¿Qué veníais discutiendo por el camino?
Pero se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre cuál de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo:
– El que quiera ser el primero, deberá ser el último de todos y servir a todos. 
Luego puso un niño en medio de ellos, y tomándolo en brazos les dijo:
– El que recibe en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no solo me recibe a mí, sino también a aquel que me envió."

Jesús acaba de anunciar su muerte y sus discípulos discuten por quién será el primero, el más importante. La enseñanza que les da, es clara: el primero, es aquel que se coloca el último, que sirve a los demás. Y les dice además, que deben dedicarse a los que no son nadie. Eso era un niño en el tiempo de Jesús: nadie. Pues servir a ese nadie, a ese "último", es servir a Dios.
Repasemos la historia de la Iglesia. ¿De verdad hemos seguido lo que Jesús nos dijo?¿Hemos buscado ser los últimos o hemos buscado el poder?¿Preferimos la sencillez o exigimos privilegios?
Miremos nuestro país cuando hay elecciones. ¿Preferimos al que va a luchar por los pobres, al que tiene un programa social serio o a aquél que va a respetar nuestros privilegios?
Si de verdad queremos ser discípulos de Jesús, llamarnos cristianos, sólo hay un camino: servir. Ser servidores y colocarnos en el último puesto. Porque los últimos son los preferidos a los ojos de Dios. "Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada". Porque una Iglesia que no sirve, no transmite la Buena Nueva. 


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